martes, 12 de noviembre de 2013

La gran catástrofe



Hoy no se pueden desear los buenos días.

Se puede esperar sólo la ayuda y cooperación internacional. Sólo se puede preveer una pronta y eficaz ayuda para los miles de afectados por el Tifón Haiyan en Filipinas. Han muerto mas de 10.000 personas en un país donde la epidemia y la falta de agua son las tristes protagonistas.

El tifón 'Haiyan', uno de los más fuertes de la historia de Filipinas, ha cambiado radicalmente el paisaje de la costa de algunas islas del archipiélago, donde se calcula que ha causado más de 10.000 muertes y ha dejado un paisaje de destrucción total y en completa desesperación a los afectados.

La ciudad de Tacloban, hasta la fecha la más afectada del país, en la provincia oriental de Leyte, fue de las primeras que golpeó 'Haiyan', denominado Yolanda en Filipinas, con ráfagas de viento de hasta 315 kilómetros por hora en la mañana del pasado viernes.

Antes de la llegada del tifón, varias ONG se desplazaron a la zona, puesto que los expertos preveían que Leyte sería muy afectada por el tifón, pero poco pudieron hacer para ayudar a los 218.000 habitantes de Tacloban durante las más de seis horas que la tormenta azotó la ciudad.

Además de enfrentarse a vientos sostenidos de más de 250 kilómetros por hora y una incesante tromba de agua, Tacloban tuvo que soportar una subida del nivel de la marea de más de dos metros.
Lynette Lim, cooperante de la ONG Save the Children, vivió en primera persona el caos que en la ciudad cuando Haiyan la alcanzó.

"La tormenta fue enorme, había ventanas estallando constantemente, tejados que salían volando, desperdicios por todas partes. En mi vida he visto nada igual", explicó a Efe Lim, que recuerda como la tormenta duro seis largas horas.

El edificio en el que se encontraban los trabajadores de Save the Children quedó parcialmente dañado, con ventanas reventadas y parte del tejado desaparecido, pero el resto de las construcciones no corrieron la misma suerte y la ciudad quedó "completamente arrasada". "Cuando salimos del edificio se veían muchos cadáveres por las calles. Las familias volvían a sus casas para ver qué quedaba de ellas, pero obviamente no había nada", asegura la cooperante.

Para mediodía del viernes, ya había saqueos por toda la ciudad: "La gente iba a supermercados, tiendas, farmacias... Prácticamente se llevaban todo lo que podían, porque no había ningún tipo de ley ni orden y ellos necesitaban la comida y el agua"

Una catástrofe donde todos tenemos que tender nuestra mano. Con lo que aportemos entre todos podremos hacer mucho. Podremos ayudar, e intentar que esta desgracia natural se resuelva lo antes posible.




Porque necesitan nuestra ayuda urgente.

Y porque la necesitan ahora, y no mañana.

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