jueves, 29 de septiembre de 2016

Y se que te perdí ...




Y se que te perdí,
cuando ya no me mirabas de la misma forma,
cuando perdías interés en él.
Cuando lo perdiste en mí.
Cuando no me importó compartir.
Sincera a veces,
pero siempre con algo que decir.
 
Intercambios de palabras,
cruces de miradas.
Señales que no existen.
Solitarias tardes en el sofá,
recuerdan tu risa, recuerdan tu estar.
 
Ni miraste atrás cuando te fuiste,
marchaste a un mundo nuevo.
Huiste, quizá. Te fuiste.
Jugaste. Quizá, vivimos demasiado rápido.
 
Perdimos mucho,
lo perdimos todo.
Desconozco si lloraste,
valoro tu estar, pero no tu ausencia.
Dolías. No gustaba tu recuerdo.
Tu extrañeza, tu abandono.
 
Calles sin sentido, sin final.
Gris, todo fue teñido de negro.
Nadie entendía tu mirar, ni tu estar.
Sabes a ciencia cierta que eso ahí está.
No me gusta poner nombre a nada.
Simplemente vivir, disfrutar.
 
Tu mirar se perdió,
jamás se olvidó.
Pero tu yo no es mío.
Quizá en su momento.
Quizás, quizás, quizás.
 
El pájaro tardó en anidar tranquilo.
Se fue sin decir adiós.
Se fue tras tormentas sin sentido.
Y la lluvia volvió, así como la nieve.
Esa escarcha que recordaban nuestras calles.
Nuestros pensamientos.
Nuestros recuerdos.
 
Esa tormenta que precedía a la mañana.
Fue bonito mientras duró.
Tu mirada, tu risa, tu alegría, tu estar.
 
Es verdad que dueles.
Es cierto que dolías.
Es un hecho que tras la lluvia volvió el sol.
Tu esencia volvió.
Demasiado tarde ya.
El dolor nublaba tu sonrisa.
 
El silencio se hizo largo. Tendido.
Sin entender el sol se fue por las montañas.
Aquellas en las que fuimos nosotros.
Ni tu ni yo.
 
Si dolías en el ayer, en el hoy,
eres recuerdo.
Bonito recuerdo, precioso recuerdo.
Pero solo recuerdo.
 
 
 
Jesús Mª