domingo, 30 de julio de 2017

Carta a quién quiera leerlo







Si estuvieras en mi, me seguiría olvidando de mi hoy.
Me seguiría olvidando de mi todo, para ser tuyo.
Para seguir siendo otro pero contigo.
Porque tu mirada es otra.
Hace que cambiemos los que estamos a tu lado.
El fuego del ayer hacia que vivieras hoy.
Que fueras capaz de levantarte y tirar para adelante,
para seguir pensando que tras la calle, seguías estando.
Tu pelo era único y no me olvidaría de ningún rizo.
No me olvidaría nunca ni en las noches de alcohol.
Porque tu risa me hacia diferente, me olvidaba del mundo entero,
me evadía de mi propio mundo.
Porque sí, porque fuiste única.
Entiendo lo que era estar con la persona indicada,
entiendo lo que es el olvido de tu propio mundo,
entiendo lo que es olvidarte de lo esencial.
Pero no entiendo los puntos suspensivos, ni entenderé
los interrogantes sin responder.
No explico el hoy, para intentar entender el mañana.
El ayer fue ver una puesta de sol,
sin nadie mas,
solo tu y yo.
Porque el amor no entiende de tiempos,
porque aun sin entenderlo,
me preocupo por repetirlo,
pero sin esperanza, simplemente con el anhelo de este corazón loco.
Sin los demonios del pasado que me alertaban
de los cristales rotos,
pero hoy solo espero que resulte lo inesperado.
He querido y supongo que querré,
pero me llevo el entender, el reír, el esperar, y el dejar fluir
como si no existiera el mañana.




jueves, 27 de julio de 2017

Sin amigos a partir de los 30








No es mi intención con este artículo desanimar a nadie, ni mucho menos a los treintañeros entre los que me incluyo desde hace 4 meses. Pero por la mañana he leído un artículo de una revista masculina, exactamente la GQ, en la que aludían a la soledad a partir de los 30 años.
 
Y digo yo, ¡pues Jesús Mari, empieza a desgranar y a comentarlo!. ¡Y aquí estoy!
 
Comentaba que a partir de esta edad en la que teóricamente te haces mayor, comienzas a casarte, a tener una casa, a plantar un árbol, tener un hijo ó escribir un libro, vas quedándote mas solo, o alternas menos con tus amigos.
 
Lo pensaba y no le quito parte de razón. Es verdad que llegas a una edad y mas con pareja o viviendo independiente, en la que después del trabajo tienes gestiones, compras, llamadas y miles de historias que te hacen llegar a casa mas tarde de lo que pensabas. Te pones a hacer la cena, y ya ha pasado un día, y otro, y otro. ¿Tiempo para amigos? No digo que no los haya. Pero hay momentos, épocas, circunstancias en la vida de una persona (treintañera) que lo hacen mas difícil.
 
Y me preguntaréis sobre el fin de semana, por supuesto. Son los dos días en los que tu agenda loca te facilita la vida. O no. Empiezas con organizar la casa, recados que no te deja entre semana, y te ves el Sábado a las 7 de la tarde con mas ganas de tomarte una cerveza tranquilamente, que yéndote de juerga hasta el amanecer. Comienzas a valorar las sobremesas, las comidas en vez de las cenas, los vermuts, las cenas en casas de amigos, ... Sí, te has hecho mayor.
 
¿Dónde quedan los botellones, las fiestas en las bajeras, las juergas hasta las 8 de la mañana? ¡Dónde quedan en los Sanfermines, quedarte hasta la mañana siguiente, los desayunos después del encierro, dormir 4 horas y levantarte tan fresco como una lechuga! Simplemente (y aun pudiendo repetirlas ocasionalmente) quedan en el recuerdo.
 
Porque sí, nos hemos hecho mayores. Pero en cambio somos unos críos, muy jóvenes. Pudiendo ser padres, aun no sabemos ser hijos. Pero es esa edad de transición en la que ni jodes ni dejas joder (lo mas impropio que escucharéis hasta ahora).
 
Llega un momento en el que tienes muchos grupos de amigos, pero no tienes tiempo. Y claro, recibes las quejas de que no quedas, de que se te ve poco el pelo, de que caro eres de ver, y se te cae, por lo menos a mi, la cara de vergüenza. Porque tiempo hay, y sino lo sacamos. (Estoy hablando en general). No personalicemos.
 
Y yo con 30 me veo muy joven, con la alegría de vivir, de disfrutar, de reír, y por ahora no me ha venido el agobio que a otros vienen en cuanto a crear una familia, casarte, tener hijos, ... Tiempo al tiempo. Pero me gusta recibir a la vida como viene y no obligarme a hacer cosas porque la edad lo ordena. ¡Y tampoco quiero ser un loco de los gatos! Todo a su debido tiempo, que mi padre se casó con 40 y es muy feliz.
 
No creo que debamos seguir los cánones de la vida, pero ciertas directrices hacen que nos tengamos que adaptar u obligarnos a acarrear según que consecuencias. Pero la vida es un ciclo, todo cambia, fluye, y sin esperar que nada cambie pero que todo evolucione, me despido hasta el próximo artículo.
 
Feliz vida viejóvenes.