jueves, 26 de septiembre de 2013

La sospecha de la mentira








Muy buenas tardes a todos/as.

El caso de la niña presuntamente asesinada en Santiago por parte de sus padres me está creando un gran amargor, y una extraña sensación de dolor y tristeza. No me puedo imaginar el hecho de que unos progenitores maten a su hija. No lo puedo imaginar.

No puedo entender imágenes de la madre riéndose en pleno reconocimiento de una de sus propiedades, y no entiendo la frialdad del padre, que presuntamente es cómplice del homicidio. Y no entiendo que la causa por la que la mataron era meramente económica.

Todos conocemos el caso, España está con el corazón en un puño, y la sociedad gallega no entiende un final macabro para una historia meramente feliz. Era una familia con ilusión por adoptar. No podían tener hijos, y decidieron comenzar un duro proceso, pero a la vez estaban entusiasmados por la venida de un niño o de una niña.

Por fín llegó Assunta, una niña china que aportó alegria al hogar de la abogada y el periodista.

Pero la familia materna tenía dinero. El padre era un prestigioso abogado, y la madre era Catedrática de Historia en la Universidad. Un matrimonio modelo que decidió declarar como heredera universal a su nieta, y no a su hija.

¿Este sería el motivo por el que decidió quitarle la vida a su hija?

Matarla por un asunto económico, por envidias, por celos, por cualquier razón sin razón que ha llevado a Galicia a la tristeza, a la desesperación y a la terrible pena de perder a una niña que comenzaba una nueva vida, que tenia amigos y amigas, que jugaba y que reía, y que, presuntamente su madre, decidió que dejase de vivir.

La sospecha de la mentira se centra en este momento sobre la madre, al no coincidir la versión que dió a la policia con las cámaras de una óptica cercana al banco donde se les vió por última vez juntas. ¡Qué macabro y qué desesperante es el caso!

Los padres están detenidos, y ahora, sólo nos queda esperar noticias de un ejemplo de locura, frialdad, maldad, y todos los adjetivos negativos que se me puedan ocurrir.

¡Qué malnacidos, y qué malas personas!

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