domingo, 31 de enero de 2016

Acoso escolar




No me cabe en la cabeza el horror que tuvo que sufrir el pequeño Diego para decidir con tan solo 11 años quitarse la vida. Quitarse la vida por la sinrazon y sobre todo por la maldad del ser humano. Siento pena al ver las caras de sus padres. Rostros tristes, y miradas perdidas. Una locura social llamado bullying.

Un acoso que no fue denunciado por los profesores del colegio. Fichaban sus horas de trabajo mientras un niño sufria, lloraba y veia como salida para su problema, el suicidio. Fue una decisión que la tomó consecuencia de los insultos que le proferian algunos compañeros de clase.

El tenia tan solo 11 años. Solo 11 años para decidir terminar con su vida. Es tan repugnante el sentimiento que tengo en este momento. Pena por pensar que ese niño no volverá a disfrutar de los paseos con sus padres, de que estos no abrazarán mas a Diego. Que llorarán y gritarán de rabia y de impotencia por no haber podido hacer nada.

La sociedad tenemos una gran labor. Tenemos la labor de frenar el insulto y la violencia. Tenemos que hacerlo desde nuestro hogar, en nuestro barrio, en nuestro entorno mas cercano. Si vemos como un niño es insultado, actuemos. No debemos quedarnos parados. Jamas.

La impotencia de los padres porque la carta que dejó escrita su hijo, y los recuerdos de ese joven niño, son la alegria y la amargura que tendrán de por vida. No tenerlo. No ver como triunfa, como termina sus estudios, como comienza su vida independiente, como forma una familia. No van a ver la vida que desearon para su hijo. 

Los niños no tienen la culpa. Los niños tienen padres. Son como esponjas que todo lo escuchan. Lo oyen, lo interiorizan y lo verbalizan. Los padres tienen la responsabilidad de hacer que sus hijos respeten y se hagan respetar en la vida. Porque los colegios enseñan lecciones pero los padres educan. No olvidemos que a los niños no los llevamos a la escuela a que los adoctrinen.

No olvidemos que nuestros hijos pueden llegar a engañar a los padres. Pero si se encierra en su cuarto, alerta. Alerta de cualquier movimiento. Alerta de su mirada. Alerta de su bajada de notas. Alerta por arañazos o moratones. Alerta por su comportamiento en los ultimos tiempos. No debemos dejar nada en el tintero para que despues sea demasiado tarde.

Y por supuesto que es muy facil hablar. Pero debemos levantarnos y lo primero de todo, apoyar a los padres de Diego en su lucha por hacer justicia, y porque no se vuelvan a repetir casos como el de su hijo.

Movilicemonos. Levantemos nuestra mirada en contra de cualquier tipo de acoso.

NO AL ACOSO ESCOLAR

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