martes, 23 de mayo de 2017

Sí, yo lo he hecho





Por supuesto que hemos mentido, que hemos dicho lo que no pensábamos, que hemos sido falsos en ocasiones. Hemos criticado con nuestros amigos y nos hemos reído de circunstancias de la vida. Me incluyo en el grupo de los cotillas, de los que vemos Gran Hermano 17, 18, y hasta 80 si hace falta. De los que nos tragamos las películas de Antena 3 de los sábados por la tarde, que sabemos que son malas, pero enganchan. Que siempre conocemos quienes son los malos, quien va a morir, y quien es la amiga perversa que se lía con el novio de la amiga.
 
Comemos de borrachera, e incluso nos convertimos en auténticos Masters Chefs con el nivel de alcoholemia que llevamos al volver a casa. Pensamos que hemos dejado la cocina limpia, y al despertar parece la casa de Jumanji al terminar la película.
 
Nos hemos caído frente a la persona que nos gustaba. Hemos hecho el ridículo en la calle, hemos tirado cosas en el supermercado, hemos metido la mano en  el cajetín de los devueltos de la ORA.
 
Hemos sido capaces de recorrer medio mundo exagerando, para salir de fiesta sin que se enteraran tus padres. Anécdotas varias que ni el mas meticuloso culebrón venezolano. Hemos tenido situaciones embarazosas en la vida. En la calle, en el primer día de trabajo, en el segundo e incluso en el tercero.
 
Somos muy tontos cuando nos juntamos con nuestros amigos. Aunque no digamos nada en serio, en realidad nos lo estamos diciendo todo. Disfrutamos, reímos, bailamos, lloramos, nos quejamos, cagamos, meamos, somos HUMANOS.
 
Y no podemos permitir que nadie deje que nosotros los jóvenes no sigamos viviendo como queramos. Sin hacer daño a nadie. Pero somos el FUTURO, y nos lo curramos. Y somos serios, trabajadores, con el mayor curriculum de la historia de nuestros antepasados aunque por desgracia en ocasiones sirva para que tu madre farde de hijo con las amigas. Pero somos PERSONAS, y no toleraremos jamás que nadie diga que los JOVENES DE HOY EN DIA NO SERVIMOS PARA NADA.
 
Porque somos una generación formada, intelectual y socialmente, porque nos involucramos con los problemas de verdad sin el amparo de la billetera de nuestros padres. Porque nos indignamos ante las injusticias, y porque también hemos sido capaces de dejar nuestras familias, nuestras amistades, nuestras vidas en definitiva, para sentirnos personas, para trabajar, y para hacernos valer fuera de nuestras fronteras.

Por ello, a todos los que luchamos diariamente como locales o fuera de casa, os digo QUE VALEMOS ORO, Y DEBEMOS SER CONSIDERADOS CON NOSOTROS MISMOS CADA DIA.
 


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