viernes, 6 de marzo de 2020

3 meses sin escribir

No me he pegado un topetazo al ver el tiempo que llevaba sin escribir porque estaba sentado en la silla, sino os aseguro que me "estrompo" contra el suelo. Me doy cuenta que llevo sin escribir mas de 90 días, y a la vez pienso que no me he enterado de este tiempo.
 
Las semanas así como los fines de semana en los que nos relajamos, pasan a una velocidad brutal. Estamos en el tercer mes del año y en mi mente pensaba que ni siquiera llevaba un mes sin escribir en el blog. Tres meses en los que preparaba mi hasta luego, mi pseudo despedida del mundo 3.0,, 90 días en los que he viajado, me he desengañado, y no he dejado de aprender y de mirar hacia adelante.
 
Seguramente en este tiempo haya interiorizado mucho mas que en todo el año 2019. Por cierto, ni siquiera os he felicitado el año. Feliz 2020. Ni siquiera he tenido la valentía, aun pensándolo, y teniendo en la memoria videos hechos, de dejar el blog.
 
Es como un refugio que solía acudir mas a menudo que ahora. Sobre todo cuando me encontraba pensativo, el blog me servía de ayuda, de terapia. Era como olvidarme del exterior, evadirme de los problemas y sentirme comprendido simplemente con escribir.
 
Nunca en los 8 años que cumplíamos el 2 de Febrero, he dejado tanto tiempo de escribir. Siempre ha salido de mí, me he sentido libre al decir todo lo que pensaba y sentía. No he tenido inconveniente alguno en abrir mi corazón, en ocasiones mas de lo que hubiera imaginado.
 
Si que es verdad que durante este tiempo he aprendido a ser yo mismo, y aunque parezca fácil, cada día hay que hacer un trabajo propio para crecer como persona, para hacer autocrítica sobre todo de tus comportamientos y de tus palabras, para recapacitar y para ser consciente de que no tienes la verdad absoluta. La realidad te hace ver que las amistades no son lo que eran. No pierden en calidad, en algunos casos sí, pero pierden en intensidad. Vivimos muy deprisa, haciendo referencia a lo que os decía al principio del artículo.
 
Hay días que pienso que la vida no está hecha para vivir en sociedad. Nos quedamos mudos en nuestros mundos, vivimos para trabajar, y no trabajamos para vivir. Socializamos menos, y lo malo de todo esto, es que pensamos que estamos mas en contacto con nuestra gente gracias a los móviles. Cuando pienso que es totalmente incierto. Cada vez estamos mas alejados de la gente que queremos. No abrazamos, no tocamos, no sentimos. No comparemos un te quiero en un whatsapp a un te quiero mirando a los ojos.
 
La sociedad está construida, y cada vez mas, para vivir en soledad, para crear, sumar, generar, pero no para querer, sentir o amar. Damos preferencia al trabajo, mas de lo debido, al cuidado de la casa, a las tareas del hogar, y no al estar, al disfrutar de un café con tu mejor amigo, a charlar en un parque con una bolsa de pipas, a correr por el campo cualquier tarde de Domingo.
 
Nos focalizamos en el sofá, en Netflix y con la manta. Y no somos conscientes del tiempo que perdemos sin estar con quienes algún día no estarán. Porque se hayan ido de este mundo o porque la vida habrá decidido ponerlos en otro lugar. Vivimos en el estancamiento. Pensamos que somos la sociedad mas avanzada. Si, puede ser, en lo tecnológico si cabe. Ves como una amiga te dice que ha cambiado de grupo de amigos porque no encuentra a nadie a quien abrazar o que le abrace. A quien contar su vida, sus historias.
 
Debemos empatizar cada día mas, potenciar las relaciones de amistad, vivir mas que no generar mas. Pensar que las personas no son eternas. Hacer viajes que te llenen el alma, que te hagan reír, que te hagan olvidar la rutina. Pero para que ocurra todo eso, debes hablar, descolgar el teléfono, picar el timbre y pedir ayuda. Porque por desgracia, ya no entendemos las claves del ser humano.
 
Carguémonos de energía, no pensemos que siempre tenemos la razón, no idealicemos amistades, no pensemos en el que dirán y querámonos mejor.
 
Esa es nuestra tarea para este fin de semana.
 
Y como siempre, gracias por leerme.

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