martes, 3 de febrero de 2015

Carta con tristeza

Hoy estoy triste, no es mi estado general, pero es un insulto estar de otra manera. Al menos para mí. Me imagino el miedo, el terror. Los ojos de la tristeza, la pena por ver que mi libertad no es la misma que el resto. Un sinsabor jamás vivido. No temo la muerte, pero temo el dolor, la crueldad, la superioridad. Duelo por ello. Sin palabras se dicen mas cosas. Se expresan mas sentimientos con miradas borradas por el mal, por el odio. No quiero vivir así, no quiero imaginarme el futuro de mis hijos, de mis nietos. El sofá acomodado no es lugar para mi hoy. Es duro ver como se difumina un presente, pero no hacemos nada, porque no nos apetece. Es un terror continuo, pero la libertad masacra cada vez mas, vidas inocentes. No entiendo las palabras sin razon, sin contenido, pero toman sentido frente a la valentia. Un mundo de cobardes gobernado por cuerpos que van y vienen según sus propios intereses. No culpo a nadie, pero culpo a todo el Mundo. El mayor culpable, en mi caso, yo mismo. No pretendo dar ejemplo porque no debo darlo. Somos personas que cumplen un ciclo y mueren, ó en realidad, cumplimos con nuestro sentido de ser ciudadanos de este Mundo. Lágrimas lanzadas con verdad, pero a la vez con cobardía. Cobardia fundamentada en la relajación de nuestros corazones. Desde nuestras posiciones acomodadas, desde nuestros pedestales, pero jamás poniendo las cartas sobre la mesa. No elijamos a nuestros mártires. No menciono nombres propios. No es el día para culpar a nadie, sino para hacer exámen de conciencia antes de acostarnos por un trágico dia. No creo ya en nada. Mis creencias se disipan cuando una mirada inocente y malograda es hecha cenizas. No creo en la política. Creía en la utopia, en ello sí. No entiendo las manifestaciones para ganar algo que nadie queremos. La vergüenza no se elige. Las elecciones no son cada equis tiempo, sino diaria. Las elecciones propias en una vida cada vez mas negra. No es pesimismo sino realidad de un Mundo formado por todos. No hablo de causas. Menciono consecuencias de un mundo creado a medida de unos pocos, donde pagan el resto, su sabor y su olor a oro. No entiendo la alegria en las miradas, la venganza, el odio. Quizás no haya hablado nunca como hoy. Hoy soy consciente del mundo en el que vivo. No hablo ni de demagogias ni de populismos con los que he podido jugar en ocasiones. Hablo desde el convencimiento de que vivimos una era trágica que no ha hecho mas que empezar. La economía y la política pasan a un sano segundo plano, cuando uno de los principales problemas de nuestra actualidad no ha hecho mas que engrandecerse. Una realidad que perjudica a todos, pero que pocos la sufren en sus carnes. Cada vez mas. Una dura historia que termina hoy, como muchas otras, y porque si hablo desde mi corazón al vuestro, hablo también con una mirada viva, pero cada vez mas escéptica a un cambio que ha hecho daño a tantos ...

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