Muy buenas noches a todos/as.
Un año demasiado corto. El esfuerzo y el buen trabajo al fin tienen su recompensa.
No cambiándolo por nada. Firmo la presente por el resto de mi vida.
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Si me dijeran que yo soy prejuicioso, quizás el 75 % de mi entorno podría responder positivamente. Pero mis actos niegan la mayor. Si en su caso me preguntaran si soy clasista ó elitista, dicho porcentaje bajaría considerablemente. Sin embargo, en ese caso, el dato sería nulo. Y la clave de ello no es que no me conozcan, sino que todos y todas en el mundo prejuzgamos, o hacemos comentarios clasistas, elitistas e incluso racistas, en algún momento de nuestras vidas.
Si no me importase la vida del resto, no viviria en sociedad. Pero no viviria tampoco con personas que me importan, que me llenan, y que me completan. Amistades y familia, resumen final. Pues sí. Somos materiales, superficiales y vanales, pero juzgamos al resto como si nosotros fuésemos inteligentes, con el bolsillo lleno de amigos, honestos y trabajadores. ¡Vamos!, si fuéramos la persona perfecta. Pero no.
Quizás en ese 25 % restante queda la sensatez y el sentido común de las personas que nunca han hablado de nadie, y que se mantienen al márgen sensacionalista del resto de mortales críticos, cotillas y marujones.
Mirad, todos lo somos. Y no lo neguemos. Cotillas ante todo. Y en nuestro fuero interno, ¡ni digamos! Ni digamos en nuestros círculos mas estrechos donde la lengua salpica hasta el mas inocente. Y sigo hablando de amistades peligrosas, o no tanto.
Entrando en materia, creo que actuamos en consecuencia de una sociedad, de un "protocolo de actuaciones", y de un "qué dirán" extendido, desde donde nuestro buen hacer se minimiza hasta límites insospechados por el simple hecho de "quedar bien". Desde aquí, no me gustan los "bienquedas". Prefiero cuatro cotillas pero sinceros, que cien "bienquedas" que te la clavan por detrás. Y sigo hablando de amistades peligrosas.
No podemos ir por la calle como hormigas que buscan la sombra de su propia vergüenza y cobarde realidad, para que nos rescaten desde fortalezas dignas de sentarse a hablar sobre política, sobre economía, ó sobre como "me quedó ayer la tortilla de patatas". Por mucho leer la Constitución ó el Quijote no nos convertimos en el Christian Grey de la vida intelectual, pero tampoco en la Bernarda Alba de los guisos mas exquisitos. Si no entienden. Diccionario en mano.
La vida no es pasar por ella como si fuéramos aves de paso, valga la redundancia. Sino de disfrutarla y de hacer en cada momento lo que te salga de tu interior, sin herir a nadie. Incluso, ni a tí mismo/a. Pero siempre se hiere a alguien.
Si al chico de la foto no lo conocíais, no os preocupéis. Yo hasta hace media hora tampoco. Valga Internet para caer en un vídeo sinsentido en un principio, para que minutos mas tarde rece el post de un Martes y 14 de Octubre. Y sirva para explicar la propia verdad de la vida. Su misma realidad. Vivir tu vida y nada mas.
El chico, Yanis Marshall, bailarín inglés, estudió en colegios desde donde le aventuraban un largo recorrido en las finanzas, para llegar a ser un bailarín sin complejos, capaz de revolucionar desde un programa de talentos hasta una calle repleta de gente en el centro de Londres. Yanis se ha hecho a sí mismo, y define una idea de vida, que quiero, a través de su actuación en el próximo vídeo, analizáis y penséis:
Porque los complejos NO sirven para nada, y porque los clichés, son solo eso, CLICHÉS.
Feliz antesala del ecuador de la semana.
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