domingo, 15 de abril de 2012

La que se avecina

El Rey y la caza, una relación estrecha


Utilizo el título de una serie española para analizar el tema del día, de la semana, del momento diría yo. A los presuntos casos de corrupción imputados a Iñaki Urdangarín, todavia Duque de Palma, dentro del proceso Caso Palma Arena, en el que se detallan distintos delitos de cohecho, malversación de fondos públicos y privados, y tráfico de influencias, se unía al final de la Semana Santa, el accidente doméstico que sufría el nieto mayor de los Reyes, Froilán, hijo de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar, en la finca familiar de Soria, cuando realizaban el cambio de los cartuchos de una escopeta. Froilán es menor, tiene 13 años, y el responsable en ese momento era su padre Jaime, ex- Duque de Lugo, posiblemente investigado por estos hechos, ya que la edad mínima para poder manejar un arma de este estilo es la de 14 años. Habrá que esperar.

Si esto ya nos parecia la guinda del pastel, hace dos días el Rey, Juan Carlos, se fracturaba la cadera practicando una actividad nada ejemplar, la caza de elefantes, por un valor = multa de 25.000 €. Yo me pregunto, si el Rey no se hubiese fracturado al Sur de África, en Botsuana, ¿nos habríamos enterado de donde se encontraba, cuando afirmaban que en menos de 24 horas iba a ir a visitar a su nieto en Madrid?.


La sociedad está cansada de escuchar noticias día sí, y día también, de la Familia Real, ya sean por accidentes, casos de corrupción, o prácticas de caza. Qué la Familia Real es una familia humana, normal y corriente ya lo he destacado en otros posts, pero como Institución que representan, ya casi inservible, y sin autoridad, tienen unos derechos y unas obligaciones que deben acatar.

Nunca antes la Monarquia había sido tan cuestionada como lo está siendo ahora. Y ello es consecuencia de todas las acciones que cometen sus miembros en los últimos tiempos. En sí, tendremos que esperar para ver posibles consecuencias a tales hechos, y poder analizarlos a través de la objetividad que nos compete.

Personalmente, no entiendo donde se puede encontrar el placer de matar a un elefante, en el Sur de África, para posteriormente dejar fotografiar tal acto. Increíble pero cierto. Triste pero real.

Seguiremos comentando y analizando.

Mañana una semana nueva.

Ánimo con ella.

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