Los Domingos hacen pensar,
recapacitar en el hoy, en el ayer.
En lo que no dijiste, en lo que dejaste ir.
El "te quiero" que perdiste.
La paz se revuelve con la melancolía.
Te sientas en tu sofá frente a la tele apagada.
Una semana mas, sin planificar.
Sin organizar.
Las sábanas limpias tendidas.
Faltan por recoger.
Así como la ropa de la lavadora.
Días que se convierten en rutina.
La manta y una vela encendida te acompañan.
Piensas en palabras que no salieron de ti.
Todo sería diferente.
Contigo, con tu olor, con tu acariciar.
El sofá, tu y yo. Nada mas.
Respirar, abrazarnos y caminar de nuevo.
Tus ojos son difícil de olvidar. Un timbre.
Una llamada.
Pero nadie contesta.
La intranquilidad de no saber que habrías dicho.
La duda de verte otra vez.
Te remueves dentro de mí.
La incertidumbre de nuestro futuro.
Te sentí cerca pero estabas en otro mundo.
Las palabras no valieron en su día,
y tu mirar fue frio, distante.
Solo da que pensar. En imaginar un mundo contigo.
Hay amores que matan y no se olvidan.
Siempre hay ese amor, esa mirada, esos vellos de punta.
No lo repites con el de hoy. Lo harás parecer.
Pero nunca será igual.
Nunca mirarás de esa manera.
Timbre. Nadie en el rellano.
Pero sí en mí.
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