Si hoy dijera adiós al Mundo,
porque aquí ya no hago falta.
Dijera adiós al año, como despedida.
¿Qué me llevaría a esa isla desierta?
¿A ese final que mucho predicen triste?
¿Al final?
Lo material queda atrás. No importa.
Importa para aquellos que se han vanagloriado de ser mas que tú.
Los que miraban por encima del hombro.
Los pobres de espíritu, los imbéciles.
Los que por tener pensaban ser.
Lo espiritual, lo mágico, lo invisible a nuestra mirada.
Me llevaría mi fe, mis creencias. Mi religión. La creada por mí.
La solidaridad con aquellas personas que he ayudado.
La honestidad de almas llenas que me han sumado.
Y si hoy dijera adiós a mis padres.
Es antinatura, pero no hay palabras de agradecimiento,
de sinceridad, de satisfacción, de verdad,
que con unos padres.
Me llevaría el aprendizaje, la escucha, las sabias palabras.
Me quedaría con los buenos momentos,
con las risas, con el baile, con el humor, con la picardía.
Me llenaría de palabras de amigos.
Dejaría a un lado lo que resta, las envidias, las malas intenciones.
Eso no ocuparía mi mochila.
Me quedaría con lo bien vivido.
Por supuesto que miraría atrás,
no evitaría haber cometido errores.
He aprendido y mucho, y sobre todo, este año.
No se si serán los 30, y todo lo que le rodea.
Pero he aprendido a saber quien merece y quien no.
He aprendido a diferenciar la mentira.
A valorar una palabra bien dicha.
A apreciar que están ahí.
Si me fuera hoy,
me llevaría una vida de caminos recorridos,
y un valor a enseñar, la bondad.
Con ello, os quiero desear,
a modo de resumen del año,
una Feliz Navidad y un Próspero Año 2018.
Gracias por todo